26 de mayo de 2008

EL HADA AZUL

Cierto día, el Hada Azul
quiso a la tierra bajar,
y se mandó preparar
su gran carroza de tul,
diciendo: "- A cada mujer
de las diversas naciones
le voy a dar tantos dones
como pueda conceder.
Bajó aquí, sin dilación
tocó su cuerno amarante
y se presentó al instante
una de cada nación.
Llamó y dijo a la italiana:
"- Tú tendrás ardientes ojos
y tendrás labios tan rojos,
que parecerán de grana.
"- Por tu cutis sonrosado,
- dijo a la inglesa, - serás,
entre todas las demás
un tesoro codiciado.
" - Por tus nacarados dientes,
- le dijo a la austriaca, - luego,
verás arder en el fuego
de amor, a tus pretendientes.
A la mujer parisién
le dio suma distinción,
ingenio, "sprit", corrección,
y hasta corazón también.
Y así fue haciendo lo mismo,
pródiga de todas ellas,
repartiendo entre las bellas
a una, sentimentalismo,
a otra, ingenio, a otra, blancura,
a otra, claro entendimiento,
a otra, un alma pura.
Y así acabó con sus dones
que entre todas repartió,
cuando al terminar, salió
de entre todas las naciones,
una gallarda Manola,
muy joven, casi chiquilla
que lucía una mantilla
de rica blonda española,
y que acercándose al Hada
ruborosa dijo así:
"- Según veo, para mi
no me habéis dejado nada.
Quedóse el Hada un momento
suspensa de admiración
y fijando su atención en ella,
con claro acento dijo luego:
"- ¿Qué quieres que yo
te pueda otorgar?,
¿Tienes algo que envidiar
a todas estas mujeres?,
¿No tienes el pelo acaso
abundante, negro, hermoso;
no tienes el porte airoso?.
¿No tienes el cutis de raso?,
¿No hay en tu mirada clara,
rayos de un sol que fascina;
no es tu sonrisa divina?,
¿No es bellísima tu cara?.
Entonces, ¿Qué quieres?. Dí!
Si aún juntando todas ellas
resultan menos bellas
que tú, ¿Qué buscas aquí?.
No obstante -dijo el Hada...-
Yo no quiero que al marcharte
tengas por qué reprocharme
de que no te he dado nada.
Y mirando a la Manola
dijo, alzando más el tono...
"- A ver, que le traigan un trono
a la mujer española!".

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